Transmisión Telefónica
Una centralita ilustra cómo se establecen conexiones entre líneas de abonados y la central, base operativa de la telefonía urbana y de larga distancia.
La transmisión de las señales telefónicas entre los aparatos de abonados y la central urbana, y entre centrales urbanas y de larga distancia, se hace por medio de líneas aéreas, cables subterráneos o aéreos, o radio. La explotación de estos medios de transmisión presenta problemas muy serios, especialmente en lo que se refiere a la seguridad de las comunicaciones y a la economía de las mismas. A primera vista, parecería que para cada conversación telefónica de larga distancia hiciera falta un par de alambres, a modo de líneas aéreas. O de un haz de pares reunidos en lo que se llama un cable. Eventualmente, el par de alambres podría reemplazarse mediante un enlace radiotelefónico, cuando la distancia a cubrir, la naturaleza del terreno intermedio, etc., hicieran poco práctico el tendido de una línea aérea o de un cable. El costo de un par telefónico de larga distancia es muy grande; de ahí la necesidad de aprovechar al máximo los existentes y la conveniencia de proyectar los nuevos tendidos, a fin de capacitarlos para el transporte, no sólo de una conversación, sino de muchas a la vez.
La solución de mayor interés para este problema es la aportada por el sistema de transmisión llamado de onda portadora. El principio básico de este sistema estriba en la posibilidad de trasladar las frecuencias de la conversación (de 300 a 3.500 ciclos por segundo) a una región determinada del espectro de frecuencias, por medio de elementos electrónicos agrupados en lo que se llama modulador. Por ejemplo, un modulador es capaz de sumar a todas las frecuencias de la conversación una frecuencia fija (llamada portadora) del póngase por caso 10.000 ciclos. Entonces, el espectro original de 300 a 3.500 ciclos por segundo se ve trasladado a uno de 10.300 a 13.500. Otra conversación puede ser trasladada, del mismo modo, a las frecuencias comprendidas entre 14.300 y 17.500 ciclos, y así sucesivamente. De esta manera, puede ordenarse un gran número de conversaciones, que conservan su independencia, por ocupar cada una de ellas una posición determinada, o canal, en el espectro de frecuencias. Estas corrientes de distintas frecuencias pueden transmitirse simultáneamente mediante un único par de alambres. En el lugar de recepción, circuitos especiales de filtro permiten separar uno por uno estos canales y enviarlos independientemente a sendos moduladores, donde se les resta la misma frecuencia que se había sumado a las frecuencias de conversación en el puesto de transmisión, recuperando así la señal original. Las líneas aéreas comunes pueden aprovechar.se para la transmisión simultánea de 2 a 24 conversaciones, según sus características de construcción. Ciertos cables especiales, llamados coaxiales, y los sistemas radiales de microondas, permiten en cambio la transmisión simultánea de miles de conversaciones.
En la figura 12 se ofrece al lector una representación de carácter esquemático del sistema.
Principios de Telefonía Automática
Se dice, posiblemente con cierta exageración, que, si el servicio telefónico de Estados Unidos se siguiera atendiendo en su totalidad según los principios del manual central, la mitad de la población femenina adulta de ese país habría de trabajar de telefonista. Nueva York, por ejemplo, tiene en la actualidad más de tres millones de teléfonos. Dada la densidad del tráfico telefónico normal en una gran ciudad comercial, es difícil suponer que una telefonista pueda atender más de 30 ó 40 líneas. Esto significa alrededor de 100.000 operadoras por turno. Como es imposible que una operadora trabaje más de seis horas diarias, habría que contar cuatro turnos (uno de ellos, el nocturno, menos numeroso). Contando además un día y medio de descanso semanal. Ideaciones, enfermedad, maternidad, servicios de auxiliares, etc., se necesitaría un ejército de casi medio millón de mujeres para atender el servicio de una sola ciudad. Afortunadamente, el automatismo ha impedido el planteo de semejante problema. Hoy en día, la gran mayoría de las ciudades de cierta importancia cuenta con un servicio automático en el que cada abonado tiene a su disposición un formidable conjunto de aparatos, que establecen al instante la conexión deseada. Este servicio automático no se limita ya a las conexiones urbanas. En muchos países europeos se extiende a todo el territorio nacional y aun al de países vecinos. En Estados Unidos, un abonado de Nueva York puede comunicarse con otro de San Francisco, en pocos segundos, gracias al servicio automático de interconexión. El principio de la central automática es simple, pero su realización práctica demanda una enorme cantidad de delicados aparatos. El abonado que quiere comunicarse comienza, como siempre, por descolgar el monofón. Esta operación, al liberar la horquilla, establece la conexión de su aparato con la oficina, cerrando el circuito de la batería central. Mediante el disco marca luego el número correspondiente al abonado con quien desea comunicarse. Por ejemplo: al introducir el dedo en el orificio del disco correspondiente al número 8, llevarlo hasta el tope que limita su carrera, y liberarlo, el disco vuelve a su posición de reposo accionando mientras tanto un contacto que interrumpe, en este caso, ocho veces el circuito. Estos impulsos son llevados a la central por la línea, donde se aprovechan para accionar un electroimán que a su vez comanda un conector.
