La telegrafía
Esquema conceptual del sistema telegráfico y sus procesos de codificación, envío y lectura.
Como su nombre indica, es un sistema de telecomunicación basado en la transmisión de mensajes telegráficos. Ya se dijo antes que la transducción consiste en hacer corresponder a un símbolo gráfico de una colección un símbolo gráfico especial, una señal eléctrica: el lenguaje Morse o alfabeto telegráfico. La transducción podría entonces, en el caso de la telegrafía, consistir en corresponder a los símbolos de un alfabeto.
Esa transliteración puede ser manual o automática, y se realiza mediante un órgano de transmisión. El manipulador manual consiste en una simple llave; de esta manera, el operador hace corresponder a una combinación de impulsos eléctricos cortos (puntos) e impulsos eléctricos largos (rayas), cuyo conjunto constituye el alfabeto Morse (en homenaje al inventor del telégrafo). Los manipuladores automáticos pueden ser de distintos tipos; los más modernos cuentan con un teclado similar al de la máquina de escribir, donde a cada tecla corresponden dos posibles transliteraciones. Estas dos posibilidades se eligen mediante una tecla especial, equivalente a la tecla de mayúsculas de la máquina de escribir. La máquina manipuladora tiene un total de 31 teclas, de modo que es posible transmitir 62 caracteres distintos. Puede utilizarse el alfabeto telegráfico Morse o el llamado código de cinco elementos. En este último caso, el intervalo de tiempo asignado a la transmisión de un símbolo (100 milisegundos) se divide en cinco elementos, durante cada uno de los cuales el circuito puede estar cerrado o abierto. Hay así 32 combinaciones posibles, aunque una de ellas (la correspondiente al circuito abierto durante los cinco elementos) no es utilizada para la transmisión.
La emisión puede ser realizada directamente por el manipulador, manual o automático, por un emisor directamente acoplado al manipulador, o por un emisor independiente. En este último caso, entre la manipulación o transliteración y la emisión hay una etapa intermedia de registro en la que el resultado de la manipulación se registra sobre una cinta de papel que se va perforando adecuadamente (en el futuro es posible que se utilicen cintas magnéticas con este fin) o mediante órganos mecánicos adecuados. El emisor tiene entonces un órgano lector, sensible a este registro, y gobierna los contactos del circuito de señal. La inclusión de esta etapa intermedia de registro representa en general una ventaja importante, por cuanto el tiempo requerido por la manipulación es siempre mayor que el necesario para la transmisión, y se llega así a un mejor aprovechamiento de la vía de transmisión. Por ejemplo, en el sistema Baudot, una sola vía de transmisión sirve a las necesidades de cuatro manipuladores, de manera que es posible la transmisión de cuatro mensajes en el tiempo que se emplearía normalmente para uno solo. La vía de comunicación puede ser alámbrica o radial. En los sistemas telegráficos más antiguos, la línea alámbrica constaba de un solo conductor, efectuándose el retorno de la corriente telegráfica por la tierra. La línea monoalámbrica tiende a desaparecer en la actualidad.
El receptor telegráfico más sencillo consiste en un simple electroimán con una armadura móvil, la cual es atraída por el núcleo magnético cuando hay corriente en la línea, y liberada en el caso contrario. Este órgano receptor adopta, así, las mismas posiciones que el órgano transmisor. No hay en este caso un registro propiamente dicho, y la traducción es efectuada de oído por el operador, quien reconstruye el mensaje escribiéndolo sobre una hoja de papel a mano o a máquina. En otros casos, el electroimán receptor comanda una pluma que, de acuerdo con las posiciones de la armadura, va inscribiendo una línea sinuosa sobre una cinta de papel. Este aparato, denominado ondulador, registra así los puntos y las rayas del alfabeto telegráfico. La traducción es efectuada por el operador.
El órgano traductor es sensible a la posición de estos cinco elementos y comanda los martillos de una máquina de escribir, la cual imprime así, directamente, el texto transmitido sobre una cinta (impresores de cinta) o una hoja (impresoras de página) de papel. Las máquinas escritoras utilizadas en los sistemas telegráficos automáticos se llaman teletipos o teleescritoras. Pueden ser sincrónicas o arrítmicas. En las primeras, la máquina transmisora y la receptora funcionan en sincronismo, de manera que el operador de la primera (o el transmisor automático, en su caso) debe emitir cada carácter con una cadencia uniforme para que la máquina receptora pueda recibirlo e interpretarlo debidamente.
En las máquinas arrítmicas no hay necesidad de tal sincronización. En este caso, el mecanismo emisor (o de registro intermedio) de la máquina transmisora está parado y se pone en movimiento al oprimir una tecla. La emisión de los cinco elementos de código va precedida de una señal especial (señal de arranque) que sirve para poner en marcha la máquina receptora, la cual se halla asimismo parada mientras no se recibe esta señal. Transmitido el carácter, el transmisor vuelve a detenerse, pero enviando antes otra señal especial (señal de parada) que sirve para detener la máquina receptora. De esta manera, la transmisión puede hacerse sin seguir una cadencia determinada. Este modo de funcionar justifica la denominación de arranque y parada aplicada a los sistemas arrítmicos.
