17 diciembre, 2025

El texto propone clasificar los objetos tecnológicos por su “dominio de existencia” y separar artefactos físicos de entidades como información, redes u organizaciones, que no se agotan en el espacio ordinario.

¿Los satélites son objetos físicos, que poseen una existencia con Objeto ejemplo, la información? ¿Es ella una “cosa”? Es evidente que la inforkette que la contiene. Su dominio de existencia no es el espacio y el tiempo. i Y cuál es el dominio de existencia de una organización! Una red de cualquier tipo es un caso más sutil, ya que, si bien está formada por diversos equipos, instrumentos y personas, éstos no constituyen la red. Ésta se encuentra en la manera en la que aquellos aquí pos e instrumentos están interconectados: se trata de un concepto topológico que está en otro ámbito que los equipos que la componen. El concepto de dominio de existencia es de una fertilidad muy grande. 

Es muy importante tener en cuenta la importancia y la necesidad de separar el concepto de “Objeto Tecnológico” de las limitaciones espaciales y temporales. De lo contrario, no lograremos superar el ámbito de los Objetos Tecnológicos más elementales y no comprenderemos qué es la Tecnología, sobre todo, moderna. En las etapas más antiguas también existieron Objetos Tecnológicos cuyo dominio de existencia no era el espacio físico. Un ejemplo de esto fue la compleja estructura social de los gremios en la edad media. Sin embargo, una de las características de organización social en la actualidad es la coalescencia de todos los ámbitos en una verdadera Civilización Tecnológica que tiende a abarcar todos los aspectos de la vida humana. Adoptaremos, pues, el concepto dominio de existencia como principal criterio de clasificación de los Objetos Tecnológicos. EI primer gran grupo de Objetos Tecnológicos, el más fácil de comprender, es el de los artefactos, en el sentido habitual de este término: aquellos objetos cuyo dominio de existencia es el espacio ordinario.

Las herramientas y otros objetos de uso instrumental

Las primeras herramientas fueron prolongaciones de los miembros del hombre y amplificadores de su fuerza muscular que le permitieron extender el alcance de su brazo o ejercer esfuerzos irrealizables sin ayuda mecánica. Luego, y a lo largo de los milenios, fueron aumentando en sofisticación y complejidad, en precisión y eficacia. Hay una secuencia ininterrumpida de ideas directrices que conduce desde los primitivos raspadores y cuchillos de la era paleolítica hasta las modernas máquinas herramienta de control numérico, desde los primeros telares a los actuales sistemas automáticos, desde los fogones en que se cocieron los primeros cacharros o se obtuvieron los primeros régulos de bronce hasta las grandes plantas químicas o metalúrgicas de la actualidad. Éste es el gran grupo de los objetos utilitarios y las herramientas.

Este grupo tan amplio y variado se puede clasificar según varios criterios. Comenzando con los artefactos tradicionales, Lewis Mumford ha intentado una clasificación en varios subgrupos.4 Distingue los utensilios, las vestimentas, los edificios, las herramientas y los objetos de servicio tales como los caminos. Esta lista es cuestionable porque la categoría de los “utensilios” es demasiado abarcadora, pues en ella entran los de cocina tanto como las armas y los instrumentos musicales (categorías especiales de utensilios), y porque faltan los medios de transporte y otras categorías más.

Esta clasificación está bien adaptada a una economía como la que prevalecía en las sociedades tradicionales que están en retroceso en todas partes. Es un tanto pobre para describir los artefactos de las sociedades más desarrolladas, en las cuales se multiplican los objetos que sirven para los fines más diversos. Quisiéramos poder ubicar esta profusión en una clasificación homogénea, que abarque desde los objetos más simples, que pertenecen a sociedades más sencillas, hasta sistemas mucho más complejos, como un moderno equipo de diagnóstico médico por imágenes.

Podríamos intentar clasificaciones según varios ejes principales, todos ellos cuestionables. Una, ordena los artefactos según sean de uso individual o sirvan a fines colectivos o comunitarios. Esta clasificación atraviesa la anterior en algunos aspectos, ya que, si bien la ropa o los cepillos de dientes son estrictamente personales y los caminos, estrictamente comunitarios; los edificios pueden ser una cosa o la otra, según los fines a que estén destinados, y un torno no es ni una ni la otra.

Otra línea clasificatoria hace referencia a los fines a que se destina el artefacto. Se distinguen así, tradicionalmente, los bienes de consumo estricto, como los alimentos, y los de uso personal, como los objetos de higiene y la indumentaria. El concepto actual de “bienes de consumo” es mucho más amplio y abarca varios rubros; entre ellos, las joyas, los automóviles, las computadoras personales, etc. En otro rubro están los bienes de producción. A esta línea clasificatoria podemos agregar también los rubros de los objetos destinados a las actividades lúdicas y al deporte.

El deporte ha cambiado de carácter en las últimas décadas. En la antigüedad era, en varias partes del mundo, una actividad ritual. En Grecia se transformó en un acontecimiento competitivo, de cultura física y de culto al cuerpo, además de dar lugar a un acontecimiento político periódico, las Olimpíadas. Después, ya en nuestra época, lo que antes era sólo una actividad física para miles, actualmente es también, o tal vez, sobre todo, un espectáculo para millones. Por otra parte, el aumento relativo de la “industria del tiempo libre” y la actividad deportiva en sí han dado origen a una actividad industrial importante, un negocio multimillonario. Más abajo haremos algunos comentarios específicos sobre los objetos de arte y aquellos relacionados con el culto. Otro criterio de clasificación posible se basa en la complejidad de los diversos artefactos, de las tecnologías que se emplean en su producción o de los otros objetos tecnológicos que se requieren para su uso. Por ejemplo, hay artefactos que emplean la energía eléctrica y otros que no lo hacen, así como hay equipos mecánicos, electromecánicos y electrónicos. Sin embargo, es difícil definir límites entre esos grupos que evolucionan constantemente. Por otra parte, trazar estos límites conduciría a cortar a través de claras líneas evolutivas. Por ejemplo, los artesanos usan en medida creciente herramientas motorizadas que, por su función, tienen una genealogía fácilmente discernible y siguen siendo enteramente análogas a las tradicionales.

En este libro no aceptaremos ninguna de estas líneas clasificatorias de los objetos de uso instrumental, ya que estas clasificaciones no nos parecen ni claras ni muy útiles. Las clasificaciones son formas de estructurar el conocimiento que varían según su finalidad. En el capítulo próximo introduciremos para esto el concepto de “estructuración significativa”.